MÓDULO 1. ¿ARTE SONORO?. UNA INTERROGACIÓN CRÍTICA

Arte Sonoro: expansión de la escucha y la experiencia estética.

Como sabemos, el arte sonoro se ha consolidado en las últimas décadas como una de las prácticas más flexibles y enigmáticas dentro del panorama artístico contemporáneo. Su creciente presencia en exposiciones y discursos curatoriales evidencia la relevancia que posee en el ámbito del arte actual; sin embargo, sigue siendo un territorio en disputa, definido más por su capacidad de cuestionamiento que por su adscripción a una categoría establecida. Exposiciones como ¿Arte Sonoro? en la Fundació Joan Miró y Audiosfera en el Museo Reina Sofía han generado un debate fructífero sobre los límites, genealogías y posibilidades de esta disciplina, planteando interrogantes fundamentales sobre su naturaleza y alcance.

Más allá del sonido: el problema de la categoría

Desde sus inicios, el término arte sonoro ha sido objeto de discusión. Max Neuhaus, pionero en la instalación sonora, cuestionaba la necesidad de definir esta práctica como una categoría autónoma, comparándola con la posibilidad de crear un «arte del metal» para agrupar toda obra realizada con dicho material. Este cuestionamiento no es meramente terminológico, sino que señala la tensión existente entre las estructuras institucionales del arte contemporáneo y la naturaleza expansiva del sonido.

Lejos de constituir un campo homogéneo, el arte sonoro se sitúa en la intersección entre la música experimental, la instalación, la escultura, la performance y la tecnología digital. Artistas como John Cage, Rolf Julius o Christina Kubisch han demostrado que el sonido no debe entenderse exclusivamente desde una lógica musical, sino también como un fenómeno físico, espacial y conceptual.

Christina Kubisch. Electrical Walks

El sonido como materia y cuerpo

Uno de los aspectos más sugerentes de las exposiciones mencionadas es la manera en que el sonido trasciende la dimensión auditiva para convertirse en una experiencia multisensorial. En ¿Arte Sonoro?, se explora la influencia del sonido en la materialidad del arte, analizando cómo la vibración, la resonancia y la interacción con el espacio transforman la percepción del espectador.

En este sentido, y como vemos, el sonido no solo es un recurso compositivo, sino también un elemento de intervención en el espacio y el cuerpo. La obra de Louise Lawler, que introduce el sonido como un factor disruptivo en el contexto museístico, o los experimentos de Alvin Lucier, centrados en la resonancia arquitectónica, ejemplifican la capacidad del sonido para articular experiencias sensoriales expandidas.

Asimismo, el soundwalk o paseo sonoro, introducido por Neuhaus y desarrollado posteriormente por artistas como Janet Cardiff, constituye una práctica que no solo transforma la percepción del entorno urbano, sino que también invita a repensar la escucha como un acto activo y performativo.

Janet Cardiff. The Forty Part Motet

Nuevas posibilidades en la creación digital y generativa

La evolución tecnológica ha tenido un impacto significativo en la experimentación sonora. Como ejemplo paradigmático, la exposición Audiosfera analiza cómo, desde los años ochenta hasta la actualidad, el desarrollo de herramientas digitales ha ampliado las posibilidades de manipulación sonora, desde la síntesis algorítmica hasta la sonificación de datos.

Desde una perspectiva creativa, este avance plantea cuestiones fundamentales sobre la relación entre sonido, imagen y programación. Artistas como Ryoji Ikeda han desarrollado enfoques en los que los datos numéricos son transformados en experiencias audiovisuales inmersivas, mientras que Alva Noto ha explorado la interacción entre sonido y código mediante estructuras generativas. Estas prácticas evidencian el potencial del arte sonoro en el contexto digital, desdibujando aún más las fronteras entre disciplinas artísticas.

Alva Noto

El arte sonoro como actitud

Como podemos ver, más que una categoría cerrada, el arte sonoro debe entenderse como una actitud, una forma de aproximarse al sonido desde su capacidad para estructurar la experiencia del mundo. Las preguntas planteadas en exposiciones como ¿Arte Sonoro? y Audiosfera no buscan ofrecer respuestas definitivas, sino abrir nuevos caminos para la reflexión en torno a la relación entre arte y sonido.

En este sentido, la clave no reside en encasillar estas prácticas dentro de una definición rígida, sino en asumirlas como una oportunidad para expandir la escucha y explorar nuevas formas de intervención en el entorno. El arte sonoro, lejos de ser una disciplina cerrada, se presenta como un campo en constante transformación, desafiando jerarquías disciplinares y ampliando los límites de la percepción estética.

Un saludo.